domingo, 30 de junio de 2019

Educación: Mi hijo varón también es sensible, afectuoso, cariñoso | Por la psicóloga Valeria Sabater


El niño varón también merece y necesita un cuidado sensible. Porque un niño puede llegar a ser igual o más afectuoso que una niña, porque educarlos desde bien temprano en adecuadas habilidades emocionales, les puede permitir en el futuro resolver mejor los conflictos, tener mayores habilidades comunicativas, ser más empáticos, asertivos y dueño de sus realidades.

A día de hoy, muchos seguimos percibiendo en nuestros padres e incluso en las generaciones masculinas más jóvenes, ciertas carencias a la hora gestionar y mostrar esos universos personales donde habitan dimensiones tan complejas como el miedo, la frustración, la tristeza, la inseguridad…

Cuando algo preocupa, la mente masculina educada en la contención, callará aquello que le carcome por no mostrar eso que algunos definen como «debilidad de carácter». Es más, en la actualidad seguimos viendo a muchas familias que siguen pautando en sus niños varones aquello de «no llores», «sé fuerte», o «no hagas esas cosas porque pareces una niña».

No podemos olvidar que cuando a un pequeño lo orientamos a que calle, disimule y ahogue sus emociones, lo que generamos es frustración. Si nos reímos de sus lágrimas o de sus comportamientos lo que propiciamos es rabia. No tiene sentido alguno traer al mundo a una persona para vetarlo, para poner muros a sus emociones, alambradas a sus sentimientos.

Algo que sin duda habrán experimentado muchas mamás y muchos papás que educan a su hijo varón con respeto e intuición, es que los niños son increíblemente afectivos, cercanos y cariñosos desde el inicio. Mostrar amor no es territorio exclusivo de un género. Las lágrimas no son propiedad femenina, son la expresión natural y necesaria de una emoción, algo que no podemos vetar.


Los niños varones son más vulnerables


Este dato es interesante y conviene que lo tengamos muy en cuenta: el cerebro del niño varón madura de un modo más lento que las niñas.

Asimismo, también ellos son más vulnerables al efecto del estrés materno durante el embarazo. Es como si la neurobiología femenina dispusiera de mecanismos más firmes y más resilientes a la hora de hacer frente a las emociones negativas ya desde ese universo uterino.

Sin embargo, no debemos descuidarnos porque también en la vida «extrauterina» nuestros niños varones necesitan un poco más de atención en el plano emocional de lo que pensábamos en un primer momento.


Un cerebro diferente, pero más necesidades emocionales


Ya desde los primeros meses de embarazo pueden apreciarse diversas diferencias entre el cerebro masculino y el femenino. Los fetos masculinos, por ejemplo, tienen un 10% más de testosterona circulando en su sangre que los femeninos. Este pequeño detalle, ya pone en marcha ciertas diferencias entre ambos géneros que son interesantes de matizar.

  • Según un interesante estudio publicado hace poco y titulado «Nuestros hijos varones: La neurobiología del desarrollo y la neuroendocrinología de los niños en riesgo, publicada por Allan N. Schore, los niños varones pueden experimentar más estrés que las niñas si no se les atiende de forma adecuada.
  • Una mamá que por ejemplo no ofrece ofrece a su hijo un apego seguro, continuado y significativo, hará que a largo plazo ese niño pueda mostrar más desórdenes emocionales que una niña en las mismas circunstancias.
  • Asimismo, esta carencia en el vínculo, afecta a su desarrollo cerebral, a sus emociones, a su auto-control y a la calidad de sus relaciones con los demás.

De media, y no en el 100% de los casos, los niños varones son más tendentes a demostrar su frustración cuando no consiguen lo que quieren, y a menudo, esas reacciones pueden ser violentas. Enseñarles lo antes posible a gestionar estas situaciones es clave en la educación del niño varón.

Asimismo, es común que vayan desde la afectuosidad más extrema hasta la conducta más áspera en pocos segundos cuando algo les falta, no les agrada o les incomoda. Todo ello son pistas de que su gestión emocional tarda mucho más en madurar, sus cerebros consolidan estas áreas de forma más lenta que en las niñas y de ahí, que debamos estar más atentos a todo este complejo universo del niño varón.


Potencia de forma inteligente la afectuosidad natural de tu hijo varón


Tu hijo varón viene de «fábrica» con un amor infinito, pero con infinitas necesidades también. Es cariñoso por naturaleza y necesita tus caricias, tus abrazos y tu cercanía de un modo intenso ya desde el primer día que vino al mundo. Ahora bien, si a esas necesidades por lo general, son más sensibles e intensas que en las niñas, lo último que debemos hacer es decirles de pronto aquello de que «los niños no lloran, los niños son valientes y pueden resolver solos sus problemas».

Si de pronto hacemos esto, lo que conseguimos es levantar un muro a sus necesidades emocionales, generando turbación. A partir de ese momento, el niño entenderá que hablar de sus deseos, necesidades, miedos y problemas es «algo vetado». Y con ello vetamos su oportunidad para ser asertivo, empático para mostrar una adecuada comunicación emocional.

¿De qué sirve todo esto? Absolutamente de nada. La crianza y la educación del niño varón debe acompañarse de un trato sensible. Si tu hijo ya vino al mundo siendo afectuoso, potencia esa facultad, haz de él un niño con una adecuada Inteligencia Emocional.

Estarás invirtiendo en felicidad.

jueves, 20 de junio de 2019

DÍA DE LA BANDERA: El músico que todos cantan y pocos conocen | Por Hugo Beccacece

Bandera Argentina
Todos los argentinos hemos cantado centenares de veces la "Canción de la bandera", es decir, el aria "Alta en el cielo", de la ópera Aurora, compuesta por el ítalo-argentino Héctor (o Ettore) Panizza. No muchos saben que esa canción es de Panizza y menos aún que forma parte de una obra lírica. Este año se cumple medio siglo de la muerte del músico y el martes pasado, en el Salón Dorado del Teatro Colón se presentó en un homenaje el estupendo libro biográfico Alta en el cielo, de Sebastiano De Filippi y Daniel Varacalli Costas, publicado por el Instituto Italiano de Cultura. Antes de que hablaran los autores, lo hicieron la directora del teatro, María Victoria Alcaraz, y la directora del Instituto Italiano de Cultura, María Mazza.
En la primera parte del acto, Varacalli Costas y De Filippi se dividieron la tarea de resumir la vida de Panizza ante un salón colmado de público. Cumplieron de un modo notable por la concisión y la amenidad. Después hubo un breve recital en el que se escucharon tres canciones del compositor y director. La excelente soprano Jaquelina Livieri cantó "Ave Maria", acompañada en piano por Tomás Ballicora y en violín por Pablo Pereira, y en segundo término "In mia segreta camera del core", de la ópera Medioevo latino. Por último, Darío Volonté interpretó "Alta en el cielo".
AURORA
La investigación para el libro tomó más de dos años. Los biógrafos encontraron pocas fotos del músico. Panizza era un hombre muy discreto. Fue imposible encontrarle una amante o evocar un escándalo. Ettore había nacido en Buenos Aires en 1875 y, aunque murió en 1967 en Milán, su espíritu pertenecía al siglo XIX. Se negaba, por ejemplo, a viajar en avión. Cuando cruzaba el Atlántico o se desplazaba por el Pacífico en barco, aprovechaba las travesías para componer.
Panizza se graduó en el Conservatorio Giuseppe Verdi de Milán en 1895 y pronto empezó a dirigir en toda Italia. Su repertorio abarcaba óperas italianas, francesas, inglesas, rusas, checas... Cuando dirigió en el teatro San Carlo de Nápoles dos óperas del barón, banquero y mecenas anglo-francés Frédéric d'Erlanger, éste se dio cuenta del talento del joven y lo convirtió en el director del repertorio italiano en el Covent Garden. Poco después tuvo la misma función en el Metropolitan de Nueva York y se dio el lujo de rechazar un cargo equivalente en la Ópera de Viena.
Héctor fue uno de los colaboradores más cercanos de Arturo Toscanini. Después de la Primera Guerra Mundial, el intendente de Milán, Emilio Caldara, y Toscanini se pusieron de acuerdo en reabrir la Scala como un ente autónomo y cambiar el comportamiento del público en la sala. Fue una revolución en las costumbres que adoptaría toda Europa. Toscanini eligió a Panizza como codirector de la primera temporada. Los dos se dividieron las óperas que se presentaron en 1921. A Ettore, le correspondió, entre otras, Parsifal. Toscanini y Panizza estaban unidos por una larga relación profesional. El gran maestro italiano había dirigido una ópera del argentino, Medioevo latino en Buenos Aires, en el Teatro de la Ópera, en 1905.
Para la temporada de inauguración del Colón, en 1908, el Teatro le encargó a Panizza que escribiera una ópera de tema nacional. Fue Aurora. Tuvo un gran éxito de público, pero los críticos nacionalistas hicieron serias objeciones. El libretista era Luigi Illica, el mismo de Puccini, pero había escrito el libreto ¡en italiano! (la versión en español se tradujo en 1943 y se estrenó en 1945). Y la música misma era de inspiración italiana. Los nacionalistas señalaban que el compositor navegaba entre dos nacionalidades.
Sin embargo, ¡todo lo que hizo ese artista de doble nacionalidad por la Argentina! Dirigió, entre 1908 y 1955, 600 funciones sólo en el Colón. Concibió proyectos para el Teatro que se realizaron décadas después. Planeó crear una orquesta (sería la Filarmónica), un centro de experimentación (Sergio Renán inauguró el actual en los años 90) y giras por el interior. Después de una carrera internacional brillante, condujo Aurora en el Colón en 1955 y se despidió de la escena porque empezaba a sufrir de sordera. Se radicó en Milán. Nunca regresó a la tierra donde había nacido.